SORGINAK


¿Alguna vez habéis oído hablar sobre las brujas? Se dice que eran viejas arrugadas y malignas. Que hacían pactos con el diablo, que tenían fuerzas sobrenaturales y que eran capaces de cambiar su apariencia, de representar a bellas mujeres para atraer cornejas, gatos negros o ingenuos. Otros, en cambio, dicen que eran exclusivamente herbívoros, que utilizaban medicamentos naturales para curarse, que ayudaban en los partos y mantenían tradiciones y saberes heredados de generación en generación.

Txerrena, merrena, Kin, kuan Portan zela, portan hil.

LEYENDA

Un día allá por 1792, un mulero llamado Kemen se dirigía a su casa después de terminar los trabajos. Con  la intención de acortar el camino, se le ocurrió atravesar los montes de Treviño. 

Por el contrario, se perdió y, con la mayor desgracia, se le echó la noche encima en medio del bosque. Por ello, unió el burro que llevaba consigo para llevar sus cosas a un joven haya. A su vez, para evitar el ataque de jabalíes y otros animales raros, se subió a una haya más grande buscando comodidad en sus ramas extensas. Aunque no era el lugar idóneo, quería dormir protegido. Estaba tan cansado que no pasó mucho tiempo hasta que se metió en sus sueños.

Un par de horas después, algunas voces le despertaron. Puso el oído atento y comprobó que se trataba de un grupo numeroso de personas, y el mulillero se sorprendió por las horas inadecuadas. Miró hacia su entorno, y al instante se encontró con un grupo de mujeres de todas las edades que bailaban y reían con gran entusiasmo. ¡Brujas!, concluyó inmediatamente, y al mismo tiempo el miedo entró en sus entrañas.

Poco después, las mujeres dejaron de bailar y una de las jóvenes preguntó:

¿Alguien de vosotras sabe qué le pasa a Perlanda, la hija del Marqués?

Y la anciana, a la que las demás llamaban Maripetralin, contestó:

-Pueden buscar remedio pero nunca lo encontraran-. Se ríe antes de continuar: -El domingo, en la misa, se le cayó un trozo de hostia y se escapó por la ranura que hay bajo la losa del entierro. Un sapo que estaba allí se lo quiso comer, pero se atragantó. Quitándole la hostia al sapo, limpiándolo en el grifo que hay detrás de la ermita y comiéndolo después, Perlanda sólo ha conseguido recuperarse.

Los bailes continuaron hasta que un gallo cantó a distancia y las brujas desaparecieron. El mulero descendió por el haya y rápidamente se dirigió a la casa del marqués, dándole cuenta de lo sucedido. Los hombres del marqués se dirigieron rápidamente a la ermita, donde encontraron al sapo bajo la losa señalada. Siguieron las indicaciones de Kemen y cuando le dieron a Perlanda la hostia que ya estaba limpia, ella recuperó rápidamente su salud. En consecuencia, el mulero recibió una generosa contraprestación que no tuvo que soportar apuros durante el resto de su larga vida.

Texto escrito por Aritza Bergara Alustiza

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