Ruta publicada por Pedro Pablo Uriarte » 24 Rutas circulares de senderismo desde Gorliz»
FICHA DE LA RUTA:
Tiempo total: 5 h
Distancia: 15,7km
Desnivel positivo acumulado: 675m
Dificultad: Moderada
Esta es una ruta para valientes, para gente montañera experimentada a la que no le importa sufrir un rato atravesando tramos relativamente complicados a costa de disponer en casi todo momento de unas vistas espectaculares en zonas muy poco frecuentadas. Iremos siempre cerca de los abismos que marcan los acantilados y que caen con máxima verticalidad hasta el rotundo mar que se divisa allí abajo.
La primera parte de la ruta, es decir, el tramo que discurre entre Astondo y el Ermua, e incluso el Etzandarri, está ya descrita en varias rutas anteriores: ruta 3, ruta 8, y rutas 18 y 19, y no tiene dificultad alguna. A pesar de todo haremos una somera descripción. Sin embargo después del Etzandarri la ruta se vuelve salvaje, caminando con cierta dificultad e inseguridad por senderos apenas visibles por la exuberante vegetación helechal. Afortunadamente en la parte más complicada de la ruta unos puntos verdes pintados en las encinas o pinos y algún que otro letrero, nos irán facilitando la marcha. Debo recordar que si las personas que se atrevan a realizar la ruta completa la siguen por Wikiloc, tienen la garantía de no extraviarse en ningún momento. Y otra cosa más, recomendamos encarecidamente llevar pantalón largo y manga larga. Después explicaremos porqué.
Estamos ante una ruta que considero de longitud mediana (no llega a los 16 km), aunque no podremos hacerla a buen paso, ya que nuestro ritmo montañero se verá reducido sensiblemente en la segunda parte de la misma (nosotros la hicimos a una velocidad media de 4,4 Km por hora). El desnivel positivo acumulado en total es de 675 m, que tampoco es un desnivel exagerado. La vuelta a Gorliz la realizamos por el clásico camino que une el Ermua con Armintza, bajando por la pista de cemento que desde Fano enlaza con Urezarantza.
Para terminar esta introducción, tengo que decir que las pequeñas cimas del cordal que ascenderemos se denominan de la siguiente manera: Astondo, Larragan, Legorrariburu (o Lehorrari), Ermua Mendi, Etzandarri, Lularri y Kauku punta, situada ya a vista de pájaro sobre Armintza.
Como siempre partimos de Iberreta Plaza, bajando hasta la rotonda del PIE y el puesto de socorro, encaminándonos hacia Astondo por el paseo de la playa de Gorliz. Llegamos al otro puesto de socorro y seguimos hacia delante pasando ante las dunas petrificadas para llegar hasta las rudimentarias escaleras de piedra que parten a nuestra derecha y se internan en el pinar.
Cogemos por ahí, subiendo en tramos las citadas escaleras hasta llegar al punto más alto de esta primera parte de la ruta. Y justo antes de llegar al alto, bajo las encinas vemos que a nuestra izquierda sale un caminito algo pisado que en no más de una decena de metros nos sitúa en el “mirador de Isaure. Monte Astondo”, como reza en una plaquita, la pequeña y primera cima del día. Debemos asomarnos con cuidado ya que no hay protección alguna y la caída es de unos 126,5 m.
Retomamos el camino para en unos decenas de metros bajar por los rudimentarios escalones realizados con lajas de piedra hasta que vemos la desviación hacia el fortín de Azkorriaga o “Castillito”, que está señalizado.
Pero nosotros no vamos al fortín, ya casi totalmente derruido, seguimos hacia delante y hacia arriba, para coger la pendiente más larga y pronunciada de toda la ruta, que nos sitúa al lado de la segunda cimita del día. Se trata del Larragan, que no dispone de placa ni buzón alguno y tiene una altura de 147,7 m. Justo bajo la cumbre vemos que asoma parte de un cobertizo tunelado de cemento, seguramente resto de antiguas posiciones militares del entorno de las cercanas baterías de costa a la altura del Faro.
Seguimos adelante y bordeando los pastos de la granja foral descendemos un rato y llegamos a enlazar con la carretera del Faro, que llega al mismo desde Astondo. Por ella nos encaminamos hasta el albo y famoso Faro de Gorliz, sin duda icono del pueblo.
Cogemos a nuestra derecha justo al llegar al Faro y ascendemos por una senda que enseguida deja a nuestra izquierda entre el entramado de ramas de los laterales, la entrada a una casamata de tiro y un poco más arriba al antiguo telémetro que guiaba los disparos de los obuses de la batería de costa. Las vistas de la costa y acantilados del Ermua a nuestra izquierda son impresionantes.
Tenemos que estar atentos al llegar al llano situado un poco más arriba, ya que a la derecha (se aprecian los helechos pisados), vemos que parte una sendita que en unas decenas de metros nos sitúa en la tercera cima del día, el Legorrariburu o Lehorrari, de 217,5 m. de altura, con buzón y poste geodésico. La panorámica de la bahía de Gorliz desde su cima es excepcional.
Desde el Lehorrari la sendita sigue hacia delante entre argomas que nos pincharán un poco las piernas a pesar de llevar pantalones largos. La sendita que seguimos retorna tras unos cientos de metros al camino que traíamos y del que nos hemos desviado, y que nos conducirá después de unos centenares de metros a los pastos de Fano.
Atravesamos el paso cerrado con una red (y la dejamos colocada como estaba) y, en suave ascenso, por los pastos altos de Fano, llegamos a otra valla que debemos saltar y ya sin pérdida el camino que sigue nos conducirá a la cumbre del Ermua. Pero nosotros no vamos a ir por la senda de siempre hasta la cumbre, vamos a ir por una senda paralela y poco visible que a pocos metros discurre por el interior del encinar bajo las copas de las encinas. El camino es sombrío, salvaje, tortuoso, serpenteante, pisando sobre el blando lecho de las hojas coriáceas de las encinas y casi llano. En definitiva, un caminito precioso que merece la pena conocer y que nos introduce de lleno en los cuentos de sorgiñak que nos contaban de niños en tiempos pretéritos.
Por esta senda del encinar no llegaremos directamente a la cumbre del Ermua, sino que llegaremos un poco más allá, a la caseta de piedra y hormigón. Giramos a la izquierda para llegar a la cumbre del Ermua, de 292 m. (284,8 m. en el mapa oficial del municipio de Gorliz). Nos llevamos una gratísima sorpresa al comprobar que han sustituido el buzón que remedaba la imagen del faro y que algunos salvajes habían roto, por uno nuevo, precioso. Enhorabuena desde estas humildes líneas a las personas que hayan tenido la iniciativa.
Un trago de agua y seguimos nuestra ruta. Llegamos hasta la casamata de piedra y bajamos hasta el cruce con la senda que nos conducirá al Etzandarri, siguiente objetivo de la ruta de hoy. Este tramo esta relatado en las rutas 6 y 10, pero lo recordamos de nuevo.
Llegados al cruce (señalizado con un poste en el suelo con un aspa rojiblanca, que indica que por ahí no hay que seguir si queremos seguir la GR 123), giramos a la izquierda, ya que nosotros sí que queremos ir por ese camino en suave descenso. Es un tramo que se ha estropeado mucho en los últimos años y se está cerrando por la vegetación profusa de ambos lados. Es una pena que no se mantengan los caminos, al menos los más frecuentados, y que a este paso van a desaparecer. Todo el camino es de terreno arcilloso con grandes surcos convertidos en torrenteras por las lluvias que dificultan considerablemente la marcha. Por fin, llegamos a un claro junto al acantilado desde el cual las vistas son espectaculares. Merece la pena detenerse un rato para deleitarse con la agreste naturaleza. Los acantilados que se desprenden del Ermua en toda su amplitud. Hace un rato que hemos entrado en territorio municipal de Lemoiz.
Un momento para una foto y nos dirigimos al Etzandarri, quinta cima del día. Para ello no tenemos más que enfocar la pista que desciende hacia Armintza y, solamente a unos metros, a la izquierda, arranca una sendita apenas visible que se hace más evidente en cuanto nos adentramos en ella. La senda, visible pero algo tapada por la argoma, transcurre al principio bajo pinos tortuosos azotados por los temporales del norte. Como dato curioso, es interesante fijarse en esta ruta en las enrevesadas estructuras de muchos pinos cercanos a los abismos: están torturados, con troncos retorcidos y ramas arrebujadas, moldeados por los vientos y tempestades. Son esculturas vivientes.
En unos minutos, siempre en ascenso, a veces acercándonos a pocos metros del acantilado, llegamos a la cumbre del Etzandarri, de 209 m. primera de las tres cimas que se extienden en el cordal de esta segunda parte de la ruta. Tiene un buzón reciente colocado por el grupo de montaña de Lemoiz con una placa. Al lado del pequeño buzón existe uno de esos soberbios ejemplares de pinos modelados por los vientos, perfecto para descansar bajo su amplia copa. Encontramos también un cartel que nos indica la dirección de Ermua y la GR 123, y en sentido contrario el Lularri y Kauku punta.
A partir de ahora empiezan las verdaderas dificultades, aunque no son dificultades que supongan grandes esfuerzos físicos o fuertes desniveles. Ya hemos dicho en la introducción, que esta parte de la ruta es recomendable únicamente para montañeros o senderistas avanzados ya que atravesaremos zonas de difícil andadura, e iremos por senderos que ni se ven, solo se intuyen, tapados por exuberante vegetación, sobre todo helechos de gran porte y muy abigarrados que superan con creces nuestra altura y dificultan el paso. Bien es verdad que el crecimiento vegetal en general en toda esta costa ha sido favorecido por el clima que estamos teniendo este año 2021 en primavera y verano (esto lo escribo el 31 de Julio), con bastantes lluvias y días de sol, lo que favorece que en estas tierras ubérrimas la vegetación crezca de manera exuberante, tapando caminos y estrechando veredas. Yo nunca había visto hasta este año (y llevo mas de 60 años en el monte) unos helechos, por poner un ejemplo, que superan con creces los dos metros de altura. Hice la misma ruta hace mes y medio y los helechos eran la mitad de altos. También es muy recomendable en esta ruta usar bastones, dos mejor que uno. Nos servirán, aparte de darnos apoyo suplementario y ampliar nuestra base de sustentación, para apartar tallos de helechos, brezos pinchantes, o simplemente apartar telarañas de parte a parte del camino.
Además, en casi todo este tramo encontraremos zonas con gran profusión de finos tallos leñosos de yedras, enredaderas y zarzas reptantes que cruzan el sendero y que son verdaderas trampas, con las que nos podemos enganchar con facilidad. Ello nos obliga a caminar elevando las piernas al dar el paso, cansándonos un poco más. De hecho, el que esto suscribe se tropezó dos veces y el compañero otra vez. Afortunadamente, para favorecer la ruta, alguien (imagino que gente del grupo de montaña de Lemoiz) ha colocado algunos carteles indicadores y pintados círculos verdes en algunos pinos y eucaliptos. Ayudan mucho. Enhorabuena de nuevo para ellos.
Por todo ello recomendamos hacer esta ruta con pantalón largo y camiseta o camisa de manga larga. Para evitar dos cosas: por una parte protegerse mejor de pinchazos y rasponazos de brezos y zarzas y, por otra parte, protegerse piernas y brazos de posibles picaduras de garrapatas. Las garrapatas las trasladan animales del bosque de sangre caliente, generalmente jabalíes, zorrillos, corzos, etc.., o animales domésticos como cabras u ovejas si pasamos muy cerca de donde ellos han pasado o han estado pastando. Las garrapatas se adhieren a las plantas, matorrales y helechos, y quedan a la espera de que pase otro animal o nosotros para poder alimentarse. Al pasar nosotros es cuando se aferran a nuestra piel, intentando llegar cuanto antes a zonas calientes y húmedas, como pliegues y flexuras (ingles, genitales, pliegues y ombligo). Nosotros no notamos nada, ya que usan su saliva con una especie de anestésico para anclarse. Esto sucede con más frecuencia en verano. Por ello, llevar brazos y piernas tapados cuando andemos por zonas con una profusa vegetación nunca viene mal. Generalmente no pasa nada, si nos damos cuenta o las descubrimos al llegar a casa nos las quitamos con unas pinzas y ya está, pero en algunos casos nos pueden transmitir alguna ricketsiosis o provocar la enfermedad de Lyme. Más raros aún son algunos casos descritos de Turalemia y Fiebre Hemorrágica Crimea–Congo. En Euskadi y en general en España el riesgo es bajo, pero no nulo. Así que ya sabéis.
Pero nos habíamos quedado en el Etzandarri. Haciendo caso del cartel de la cima, seguimos hacia el Lularri por una senda poco visible y como hemos dicho con brezos bajos. El camino va descendiendo poco a poco y, repetimos, debemos estar muy atentos en donde pisamos porque la senda apenas se intuye. Entramos en una zona de altos helechos. La sendita serpentea siempre en descenso con los acantilados a más o menos distancia. Vemos enseguida unos círculos verdes pintados en las ramas de algunos árboles que nos sirven de guía. Encontraremos también un par de carteles más: Lularri y Kauku Punta hacia donde vamos y Etzandarri en sentido contrario. Nosotros seguimos en dirección al Lularri, por la senda y haciendo uso permanente de la intuición para descubrir por donde va realmente el camino.
Nos encontramos con más puntos verdes en ramas de árboles y algún otro cartel. Ello nos confirma que vamos bien. Siempre en descenso entramos en un pinar cerca del borde que da al acantilado y llegamos a un claro con altos helechos. Atravesamos el claro por el camino tapado y llegamos a otro pinar enfrente en el que entra la senda. Enseguida nos encontramos con un cairn que nos indica la cercanía de la cumbre. Seguimos hacia delante por una senda que serpentea entre los pinos y llegamos a un cartel que nos señala la cumbre: Lularri. Hay una cuerda fija que nos ayuda para ascender hasta el buzón y la cumbre.
La cumbre del Lularri es una mezcla intrincada de varias grandes rocas y gruesos pinos abigarrados y tortuosos, que imaginamos han sido azotados por furiosas tormentas para modelarlos y transformarlos en retorcidas esculturas vivientes, y allí siguen. En la cumbre hay una brecha, a la que nos acercamos con sumo cuidado, con una vertical caída hasta una preciosa calita de prístinas aguas turquesas. El buzón, está atornillado a una roca. No podría ser de otra manera. Estamos en la cima del Lularri, de 184 m., lugar curioso donde los haya, aunque verdaderamente incómodo.
De la cumbre del Lularri bajamos hasta el sendero con la inestimable ayuda de la cuerda fija (de nuevo nos acordamos con agradecimiento de la gente a la que se le ha ocurrido la idea, que me parece magnífica. Gracias de nuevo, sean quienes sean).
El camino hacia Kauku punta, o mas bien imprecisa senda, se intuye más mal que bien dentro del pinar, y empieza enseguida a descender. Vamos caminando en franca bajada dentro del pinar y cerca de los acantilados.
Llega un momento en que entramos en los bordes de un eucaliptal plantado recientemente. Andamos bastante cerca del abismo, pero sin ningún peligro. De vez en cuando se abre el bosquete y se aprecian los acantilados de la zona de Armintza.
Cuando vemos un amplio camino a nuestra derecha, al que tenemos tentaciones de acceder, nosotros seguimos un poco mas por la sendita que traemos hasta llegar en muy poco tiempo a un precioso mirador natural en el que desemboca también el camino antes comentado. Estamos en Kauku Punta a unos 116 m de altitud, la última tachuela de las siete cumbrecitas del cordal entre Astondo y Armintza.
Desde aquí para volver a Gorliz y hacer como siempre una ruta circular, cogemos el camino comentado que llega hasta Kauku punta. En unos minutos llegamos hasta un claro en el que hay una casa grande de una planta. Esta construcción ya la conocíamos de otras rutas. Desde aqui arranca una amplia pista de grava, muy llana an su primera mitad, que nos llevará hasta Armintza pueblo.
Nosotros vamos por ella un buen rato hasta encontrarnos con el camino que desciende del Ermua hacia Armintza, por donde subiremos. Es un camino arcilloso y en ascenso, sobre todo al principio, para meterse después en el eucaliptal. Después de un rato el camino se hace más angosto. Ya hemos dicho que la vegetación de los laterales de los caminos esta creciendo tanto que ahogan las sendas. Como no se acometa un desbrozado cada cierto tiempo es casi seguro que desaparecerán muchas sendas.
En un rato llegamos a una zona llana que desemboca en el camino que lleva a la cumbre del Ermua (hay señales), pero no queremos ir de nuevo al Ermua. Nosotros cogemos de frente y un poco a la izquierda para por un camino cien veces andado vamos bajando por terreno bastante incomodo y bajo las encinas hasta Fanobidea. Llevaremos siempre a nuestra izquierda en este tramo una larga alambrada que separa un cerrado bosque de pinos y algunas encinas.
Llegados a Fanobidea, vamos hacia la izquierda pasando ante una gran casona. Enseguida vemos (hay señales) que sale una pista de cemento a nuestra derecha que hemos utilizado mucho en otras rutas. En unos 20 minutos estaremos en el barrio de Urezarantza. Cruzamos la carretera frente a la cervecera Kilimanjaro y bajamos hacia el polideportivo, rodeándolo por su paseo, hasta llegar a la zona de la antigua campa de Elorriaga. Llegamos hasta la rotonda y seguimos hacia el pueblo por Aldapa Barrena y Talaia Bidea. Ya casi estamos en Iberreta plaza desde donde hemos salido.
Han pasado mas de 4 h y tres cuartos, hemos hecho 15,7 km y hemos subido un desnivel acumulado de 675 m.
Preciosa ruta de los acantilados desde Astondo hasta Armintza, con unas vistas espectaculares y algo de aventura por aquello de los senderos difíciles de seguir. Repito que lo mejor es seguirla por Wikiloc, y no habrá problemas. A pesar de todo, espero que este texto sirva de apoyo a la gente que intente hacer esta ruta. Creo que es lo suficientemente detallado para ello.
Ruta realizada con mi amigo Koldo Mendía Cueva, el 29 de Julio de 2021, con tiempo nublado y a veces algo de llovizna y niebla marina poco espesa.